La poda de verano, consiste básicamente en eliminar los brotes que el olivo genera a partir del final del invierno, hasta el final del verano. Después de la poda general, donde cortamos las ramas que al olivo le sobran, por diferentes motivos, el olivo responde generando nuevos brotes que ocuparán el lugar de las ramas taladas. Al final del verano, lo que hacemos es elegir entre esa multitud de nuevos brotes, los que están mejor colocados, están creciendo más vigorosamente o se encuentran en mejores condiciones para suplir las ramas cortadas.
Es un trabajo manual, pues no existe una máquina que sea capaz de eliminar estos brotes nuevos seleccionando a su vez los que hay que dejar para cubrir huecos de ramas ya cortadas, o aquellos más vigorosos que serán mejores ramas en el futuro. En la poda del olivo, teniendo en cuenta que el olivo es un árbol centerario, la correcta alternancia entre ramas jóvenes y viejas, y la eliminación de las ramas viejas improductivas y su sustitución por brotes nuevos, es un trabajo imprescindible a la hora de prolongar en el tiempo la vida del cultivo. Un olivo productivo, abandonado sin poda, se convierte en un arbusto cerrado a la luz y a la ventilación, que acaba perdiendo su mayor virtud, que es proporcionarnos el placer de un gran aceite de oliva virgen extra.
Los brotes nuevos tienen diferentes nombres según cada zona, en la nuestra se les llama ‘chupones’, otros los llaman pestugas o varetas. El nombre del trabajo también varía por zonas, en la nuestra es quitar chupones, o sea, ‘deschuponar’ aunque todos sabemos que en Andalucía la letra d al principio sobra, es decir, que aquí todo el mundo conoce la poda de verano como ‘eschupono’.
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